23/10/07

Alana eh, Alana oh, Alana eh, Alana oh!



"Suena a elefantes y monos bailando desnudos en el Congo". Esa frase leí hace poco sobre "Alegranza". ¿Animales desnudos? ¿Cuándo se vistieron? Esto aquí no tiene importancia, el habitat sobre el que se mueve El Guincho (Pablo Díaz-Reixa) es ese. Tropicalismo, calypso, fat beats, dancehall y afrobeat sacados de un bolsillo rojo como quién se saca las llaves de su casa porque ha quedado para tomar café con Esquivel, Martin Denny, Beny Moré y The Orb.

Empieza "Palmitos Park" y desde abajo de la montaña, se ve a El Guincho deslizándose por una canoa sobre las hojas y las rocas, todos los lugareños se preguntan que está haciendo, hasta que empiezan a bailar y ya deciden dejar de preguntarse cosas. Es apasionante ver a alguien tirándose de una montaña sobre una canoa y que encima cante sobre naves espaciales, tambores y pasos de baile. ¿Y qué se puede esperar después de esto? "A bailar, venimos a bailar" se oye, te lo pone ahí, a las primeras de cambio, saltando desde su canoa con su set preparado ya en tierra firme, golpeando un timbal mientras lanza samplers salvajes y amazónicos desde su SP404.

Todos le miran, todos se preguntan ¿qué es esto? Pero él está tan contento golpeando una madera y hablando sobre seguir el compás, soltarlo en el mar y dejarlo navegar que hasta los animales de la selva deciden olvidarse de la cadena alimentaria y se colocan todos juntos para escucharle, de propio.

Oh, ha cogido su timbal, dos personas le ayudan con su set y se adentran hacia las aldeas. Los coches de safari pasan y hacen fotos. Se escucha un "Por favor, por su seguridad les recomendamos que no bajen sus ventanillas. Mantenganse en el interior de sus vehículos". Nadie hace caso, se ha montado una comitiva de gente que canta algo así como "Alana eh, Alana oh, Alane eh, Alana Oh", y el orden es: El Guincho a la cabeza, lugareño, turista, pantera, lugareño, turista, león, lugareño, turista, gorila, lugareño, turista, elefante. Así hasta el infinito, todos a la reserva, los niños salen semi-desnudos de sus casitas, cantan, saltan, gritan, se mojan con el agua del riachuelo que atraviesa todo lo que conocen desde que nacieron.

De repente se unen diez africanos procedentes de la tribu más importante del lugar, están en éxtasis, gritando algo que suena como "Eimi ikala kala yu lei cuambo uka aka leisi" y El Guincho ha entendido lo que quieren de él, decide atravesar el ritmo, acordándose de su África Occidental natal. La gente se pasa antorchas, soplan polvos depositados en sus manos y aparece un tipo vestido entero de blanco cantando "Ayer maravilla fui, y hoy sombra", nadie se extraña, y todos cantan de fondo "Unda tikala takunda tikala takunda".

Todo se para de repente, se celebra una boda, entre los hijos de las dos tribus existentes en la región. El Guincho les canta "Buenos matrimonios ahí fuera", se lo canta sólo a ellos, hace cosas especiales, imita a tiburones y dice la palabra "perro" al revés, y construye una caseta a los recién casados para que vivan juntos.

Todos van ahora a la habitación del precipicio, a seguir con la celebración. El calypso sigue, y la pantera le dice al elefante que le recuerda a Prince Nico Mbarga, el elefante le dice al león que le suena a The Mighty Sparrow, el león se hace el duro hablándole a las hienas sobre Orquesta Tembo, Roaring Lion & The Cyryl Monrose String Orquestra y Tabu Ley, su ley. Pero en lo que si coinciden es en unirse a El Guincho , a modo de banda, unos se encargan de las maracas, otros del timbal, otros de tocar guitarras hawaianas y los pájaros ascienden y descienden soltando con sus picos agua, que cogen en procesión una y otra vez del fondo del mar.

Las cabezas miran ahora al cielo. Una bandada de loros se acerca. Sus colores rojos y verdes se acentúan con el sol. Se colocan alrededor de El Guincho y hacen exhibiciones de habilidades, se escuchan rumores, continua el canto y la danza, se regalan polcas mazurcas a los presentes, los pájaros verdes y rojos ya le han cogido por los hombros de su camiseta. Le elevan, le llevan, le elevan, cada vez se ve más pequeño todo. Todos se despiden con las manos, y El Guincho dice desde su posición, ya lejos y en una rama entre las flores: "hasta que tú te enamores".
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Gracias a Simon por el apoyo y a Thomas Williams por hacer unas fotos tan bonitas.

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